Eira Solange DareMo (NotNaked)

Eira Solange nació en una aldea costera, en un rincón del Atlántico donde los fríos vientos del norte se mezclan con la calidez tropical del sur. Su madre, una bahiana que danzaba al ritmo de los tambores, y su padre, descendiente de navegantes vikingos, le dieron una herencia tan vasta como el mar que los rodeaba. Mientras otros niños llegaban al mundo llorando, Eira soltó una risa suave, feliz de estar viva. Creció entre la tierra y las historias que le daban vida. Su madre le cantaba canciones de orixás, y su padre relataba leyendas de dioses y guerreros indómitos. Eira era hija de ambos mundos, y en ella convivían sus contrastes. Su infancia estuvo llena de colores, olores y sonidos: el aroma salado del mar, la dulzura de los postres bahianos y la brisa helada que parecía llegar de montañas lejanas. Creía firmemente que el mar y los árboles la entendían cuando les hablaba y en sus caminatas por los senderos, siempre recogía flores para regalar a los demás. Su cuerpo, amplio y acogedor, era un reflejo de su espíritu: cálido, vibrante y pleno. Era la primera en reír, la primera en tender una mano, y su presencia era como un refugio. Su sonrisa no era sólo un gesto; era una forma de estar en el mundo, una calma que se expandía a su alrededor. Hoy, Eira sigue viviendo en su pueblo costero, aunque ha cruzado mares para conocer otros rincones del mundo. La llaman "el sol de la aldea", y su fama de curandera y artesana va más allá de los límites de su hogar. Sus días transcurren entre cocinar, cuidar su pequeño huerto y escuchar a quienes llegan buscando consuelo. Cada pequeño gesto suyo contiene esa paz profunda que la ha acompañado desde su primer aliento, una paz que regala a todos los que se cruzan en su camino.